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admonsantacecilia
13 nov3 Min. de lectura

La inteligencia artificial y su papel en la evolución de la música

Nos llegan noticias a diario de cómo la inteligencia artificial (IA) está cambiando el mundo; y en el ámbito de la música, o de su industria, no va a ser una excepción. Con su ayuda estamos logrando romper límites que hasta ahora eran imposibles de superar: restauran la calidad de grabaciones antiguas, separan los diferentes elementos de una canción o diseñan sonidos completamente nuevos. Es evidente que la IA está transformando conceptos que antes reservábamos únicamente para la ciencia ficción. Recuerdo cuando, hará cosa de una década, le preguntaba a un amigo músico e ingeniero que trabajaba en el área del audio en el CSIC, que por qué no era posible que una máquina detectara instrumentos por separado, tal como hacemos nosotros. Me contestó que, simplemente, la máquina solo reconoce frecuencias, sin distinguir si sus armónicos conforman el timbre de algún instrumento conocido. Hace unos días nos volvimos a encontrar y, recordando esa conversación, nos reímos de que ese obstáculo ya estaba totalmente superado. Y todo gracias a la inteligencia artificial. Un hito remarcable ha sido recuperar la voz de John Lennon a través de machine learning para el último single de The Beatles, en 2023. Lo consiguió un equipo de investigación a partir de la voz de una antigua demo; y lo hizo con tal éxito que ha servido para publicar, posiblemente, la última canción de los Fab Four. Repito, hace años era impensable siquiera pensar en algo así. Si no somos investigadores buscando la máxima calidad en un contexto profesional, disponemos de herramientas más mundanas pero efectivas para el día a día. Por un lado tenemos la app Moises, probablemente la más utilizada por músicos, o también opciones más avanzadas como UVR, X-Minus o MVSep. Para los más entusiastas y con conocimientos informáticos, existen alternativas para exprimir al máximo estos algoritmos, siempre que contemos con un buen ordenador.


Nuestro futuro está indudablemente ligado a este gran avance, que tiene el potencial de cambiar tanto la forma de crear y consumir música como el modo en que fans, músicos y sellos interactúan entre sí. Un buen ejemplo es su uso en la composición musical, que permite generar letras y melodías sin intervención humana. Björn Ulvæus, músico de ABBA, habla en una entrevista sobre la demostración que una de las tres majors (Sony, Warner y Universal) hizo sobre un modelo de inteligencia artificial que estaban desarrollando. Cuenta que se quedó boquiabierto con las posibilidades de composición: “Será el mejor coautor que tendrás jamás”. Puedes pedirle que se invente una melodía al estilo de ABBA pero cantada como Freddie Mercury, o que haga la base de un tango inspirada en los diez tangos más famosos del mundo. Esto además implica un problema sobre cómo los creadores originales deberían ser remunerados; sin embargo, parece que, como siempre, la tecnología va por delante de las leyes. La gente, normalmente, acepta de buen grado la música generada por IA, tal como demuestra el aumento de su presencia en internet y su viralización en redes sociales. ¿Habrá dentro de unos años una versión “IA” de cada artista conocido, y el público escuchará indistintamente una u otra?


Otro de los principales beneficios que ofrece la IA es la mejora y automatización de tareas relacionadas con la ingeniería del sonido: la mezcla y el mastering, aunque sobre todo este último. Páginas como BandLab o LANDR marcan un punto de inflexión y lideran este campo. Son fáciles de usar, rápidas y precisas (lo mejor de las IA es que aprenden y mejoran constantemente), y es imposible igualar su eficiencia en términos de calidad-precio. Por eso no son pocos los artistas que utilizan cada vez más este tipo de servicios.


No obstante, todavía nos queda un halo de esperanza como humanos, ya que por ahora a esta tecnología aún le falta ese toque sensible e innovador. Por eso dicen que la IA nunca reemplazará completamente nuestro arte. Tenemos que encontrar la manera de compensar estas dos realidades, equilibrándolas. El futuro de la música debería ser una bonita combinación de ambas.



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(Esta imagen ha sido generada por ChatGPT para ilustrar esta entrada)

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